miércoles, 21 de abril de 2010

Todo mi apoyo a Najwa Malha

La entrada de hoy es algo distinta a lo que normalmente vengo publicando en el blog.

El "odio al moro", el "diferente" sea cual sea su origen etnico... es algo que desde el tiempo de los andalusies, los musulmanes españoles (que no árabes), se ha heredado hasta nuestros días.

Miles de españoles musulmanes fueron obligados en 1609 a abandonar su España querida, simplemente por no pertenecer a la religión que el gobierno de los Reyes Católocos impuso. "Solamente" por no ser cristianos, tener unas costumbres distintas, indumentaria identificativa...


Este hecho, se vuelve a repetir con la expulsión del instituto de la alumna musulmana Najwa, de 16 años, la cual como MUSULMANA LIBRE decidió llevar su cabeza cubierta.

Una prohibición similar se llevó a cabo 2 años antes de de la expulsión de los moriscos por parte de los Reyes Católicos.Visto el fracaso de la política de los Reyes Católicos para asimilar a los moriscos, la Reina Doña Juana “la Loca” (por algo sería el apodo...) hizo pública una pragmática en 1508 en la que prohibía el uso del traje morisco. En 1511 decretó que ningún sastre pudiera cortar ropa a la morisca; en 1513 se volvió a prohibir la costumbre de portar almalafas, prenda con la que las mujeres se tapaban la cara.

En 1518 Carlos I reiteró la prohibición, pero nuevamente fue aplazada, en 1526 y 1530 se repite otra vez la disposición, pero nuevamente se vuelve a dejar en suspenso. En 15669 se hace ejecutiva la orden, originando disturbios que fueron la antesala de la guerra de las Alpujarras.


En pleno siglo XXI, ¿que sentido tiene recuperar estas "inquisitoriales" costumbres? Llevamos años luchando por la Libertad en España, por que la mujer sea libre, porque halla libertad de asociación, de ideales políticos, la libertad de la sexualidad, de que cada uno pueda elegir su religión (libertad de credo)... ¿y ahora me vienen con estas?

Se justifica esto en que los extrangeros deben adaptarse a los costumbres españolas (que hoy en día me pregunto cuales son ¿ir a los toros? ¿beber alcohol? ¿las tapitas de jamón? ¿ir a misa los domingos? ¿asistir a las procesiones de semana santa y no acordarse de Dios en todo el año?).

Y ahora bien... El número de musulmanes y musulmanas conversos/as aumenta cada día en España a pasos agigantados. ¿Esto quiere decir que nuevamente se les va a considerar de extrangeros? ¿Va a volverse a repetir la tragedia de los moriscos?


El pañuelo es la elección libre de una mujer, expresa su amor a Dios, el interior de su corazón, el rechazo al estereotipo de "mujer objeto" que hoy en día la sociedad impone, obligada a siempre estar guapa, a no engordar, a vestir una determinada ropa, a estar siempre a la moda, a mostrar su cuerpo para gustar a un hombre... El pañuelo es algo más que una simple prenda. Debajo de él, hay mujeres valientes, que piensan por si mismas, que libremente eligen a quien mostrar su cuerpo y a quienes no, que no quieren que las valoren por sus físicos y si por su mentalidad y corazón.

¡Todo mi apoyo a Najwa! Leer más...

lunes, 12 de abril de 2010

Morayma, la sufrida esposa de Boabdil

“Ali Athar, vendedor de especias y general famoso, con sus hazañas alcanzó las mayores honras nazaríes. Alcaide de Loja, señor de Xagra, primer mayordomo de la Alhambra y alguacil mayor del reino de Granada, culminó sus aspiraciones al convertirse en suegro del Rey.

Efectivamente, su hija Morayma, de quince años, casó con Boabdil, heredero del trono alhamar. Siendo muy rico vivió pobre, ya que sus rentas las invertía en la defensa del Reino.

Para probar los sacrificios de este rico alcalde y su patriotismo, escribe Lafuente Alcántara, baste decir que su hija Morayma, el día de las bodas, tuvo que engalanarse con vestidos y joyas prestadas. Un cronista, invitado a la fiesta nupcial, cuenta que la novia vestía saya y chal de paño negro y una toca blanca que casi le ocultaba el rostro, lástima, dice, porque sus facciones son muy lindas y seductoras.

Y un poeta musulmán asegura que Morayma tenía ojos grandes y expresivos en un rostro admirable y, conjetura, a través de las tupidas ropas adivinábanse unos hombros, unos brazos, unas caderas y un talle de clásicos y opulentos contornos.

Los historiadores, más adelante, se refieren a ella como la tierna Morayma y como la sufrida esposa del Rey Chico. Pocas mujeres ha habido, sin duda, tan desgraciadas como ella, recuerda Fidel Fernández. A pocos días de la boda, Muley Hacén encarcela a su hijo Boabdil y separa brutalmente a la jovencísima esposa, confinándola en un carmen próximo a la Cuesta del Chápiz.


Después de la batalla de Lucena, en la que muere Alí Athar y es hecho prisionero Boabdil, Morayma, con su hijo Ahmed de poco más de un año, se retira nuevamente al carmen, donde sobrelleva los largos meses del cautiverio de su esposo en Porcuna.

Al fin, los castellanos liberan al Rey Chico tras de un pacto en el que, entre otras condiciones, ha de entregar como rehén a su primogénito. Ahmed, acababa de cumplir dos años, no le será devuelto a su madre hasta la entrega de Granada, cuando tiene nueve, no conoce el árabe, es cristiano y atiende por el “infantico”, mote que le impuso Isabel la Católica.

Morayma se recogerá, dos veces más, en el carmen del Albayzín y por último, con su esposo, mientras esperan la salida hacia el destierro del Andarax, señorío alpujarreño que le asignaron los castellanos. "Ahora que ya no tienes reino, refúgiate en el corazón de tu mujer", dijo Aixa Fátima a su hijo, pero Morayma, destronada sin que jamás hubiera gozado de las delicias del trono, sólo podía ofrecer a Boabdil el jardín último de su entrega, el recuerdo de aquel carmen del olvido en el que fuera tan desgraciada.



Desde este lugar del Albayzín, el Mirador de la Esperanza, Morayma contemplaba largamente los palacios de la Alhambra, en los que apenas fue Reina.

Marcharon al Andarax y allí permanecieron hasta que los de Castilla, en una nueva traición, decidieron expulsarlos de España, lo que sucedió al término de las calores del verano en 1493. Así, en octubre, Boabdil, su madre Fátima, su hermana, sus hijos Ahmed y Yusef y algunos amigos y criados, salieron del puerto de Adra camino de Africa.

Morayma, el único amor de Boabdil, no se le conoce otro, afirma un cronista, el único ser que hubiera podido hacerle soportable la pena del destierro, moría días antes de abandonar las Alpujarras.

Fué enterrada en la mezquita de Mondújar, rauda a la que ya habían trasladado, desde la Alhambra, los restos de los sultanes Mohammad II, Yusef I, Yusef III y Abu Saad, según consta en el folio 28 del libro de Apeo (1577) de dicho lugar. el cadáver de Morayma se llevó a Mondújar para que reposara junto a los de los reyes nazaríes.

Al mismo tiempo, Boabdil dispuso la entrega de ciertos bienes al alfaquí de Mondújar para que rezara dos veces en semana ante la tumba de Morayma y una renta importante a los ulemas a fin de que oraran diariamente por su esposa en dicha mezquita (según el pleito sostenido entre la iglesia del pueblo y doña Guiomar de Acuña, heredera de don Pedro de Zafra, alcalde de Mondújar, en el año de 1500, manuscrito que se conserva en el archivo general del Arzobispado de Granada).



Apenas embarcado Boabdil para su destierro en Marruecos, dice Fidel Fernández, los cristianos se incautaron de los bienes destinados a oraciones por Morayma y, con ellos, levantaron una iglesia sobre el solar de la mezquita, que no tuvieron inconveniente en demoler. Última amargura en el recuero de Morayma, cuyo cadáver recorrió, en el mayor de los secretos, los sometidos y calurosos valles que van desde el Presidio de Andarax (la antigua Cobdaa), Alquería, hasta Mondújar”.

Francisco Izquierdo, Poeta Granadino Leer más...

domingo, 11 de abril de 2010

La mano de Fátima, un símbolo que perdura en las puertas de las casas españolas



De siempre me han llamado mucho la atención las puertas antiguas... Esta semana estaba buscando información sobre otro tema, pero ayer, con mi compañera de fatigas Susana descubrimos una nueva "curiosidad andalusí" mientras me comentaba el rediseño que queria hacer a la puerta de su casa.

Quizá muchos de vosotros conocierais que estos tan típicos llamadores o aldabas, (del árabe ad-dabba) con forma de mano y una bola para golpear la puerta se llamaban "Mano de Fátima". Yo hasta la fecha de ayer... no.

La Mano de Fátima (Khamsa) es un símbolo con forma de mano, considerado desde la antigüedad como un potentísimo talismán en el mundo árabe (que no islámico) y que se utiliza para protegerse de la desgracia en general y del mal de ojo en particular. Su uso mas bien suele ser en mujeres. Dicen que….. “no se puede comprar para sí mismo, sino que debe ser un regalo”.

Esta "protección" está basada en la leyenda en la que se cuenta que estando Fátima, (la hija del profeta Muhammad, la paz y las bendiciones sean con Él) en su casa preparando la cena para su marido Alí, llegó éste con su segunda mujer inesperadamente. Fátima se sorprendió tanto que, dejó caer la mano en una olla de aceite hirviendo (dicen que se sintió celosa). Como consecuencia quedó lisiada de por vida y su padre escogió el símbolo de su mano para inmortalizar aquel suceso.


Los 5 dedos de este símbolo con forma de mano representan los 5 pilares de la religión musulmana (La shahada o profesión de fe (شهادة [šahāda], la oración o azalá (صلاة [ṣalāt] 5 veces al día, la limosna o azaque (زَكاة [zakāt], El ayuno o sawm (صَوْم [ṣawm]) en el sagrado mes de Ramadán, y la peregrinación a la Meca al menos una vez en la vida).

En algunos países recibe el nombre de mano de Fátima y a veces ojo de Fátima, debido a que algunas versiones del símbolo incluyen un ojo. Los judíos, por su parte, con frecuencia lo llaman mano de Miriam (hermana de Moisés y Aarón) o mano cinco.

Pese relación entre los cinco dedos de la mano y los cinco pilares del Islam y la que los judíos hacen con los cinco libros de la Torá, hay que dejar claro que este símbolo, sin embargo, no tiene relación alguna con el Islam.

De hecho, una interpretación rigorista desaconsejaría su uso, a pesar de su extendido uso en el mundo árabe, ya que el Corán prohíbe los amuletos y la superstición en general.

La forma más extendida del símbolo es la de una mano simétrica: el dedo corazón en el centro, a sus lados el anular y el índice, un poco más cortos que el corazón e iguales entre sí, y en los extremos dos pulgares, también del mismo tamaño y algo curvados hacia afuera. A veces contiene otros símbolos, como inscripciones de carácter religioso, estrellas de David, ojos y otros elementos destinados a aumentar su poder.


Es muy común encontrarla en las puertas de las casas, sobre todo de Marruecos, pintadas colgadas o en forma de llamador, como contaba al principio, para la protección del hogar donde se encuentran.


Ya en nuestra querida Alhambra de Granada, los árabes la usarón en la emblemática puerta de la Justicia. Y por estas nuestras raices árabes, se supone que en España debe estar tan extendido el uso de estas manos de Fátima a modo de llamadores en las casas, a pesar de que con el paso de los años se haya olvidado su origen y significado.




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martes, 6 de abril de 2010

El autor del Cantar de Mío Cid fue un musulmán afincado en Valencia en vida de Rodrigo Díaz de Vivar



La investigadora Dolores Oliver Pérez, profesora de la Universidad de Valladolid, acaba de publicar la obra El Cantar de Mío Cid: génesis y autoría árabe, en la que afirma que el autor fue Abu l-Walid al Waqqashi, famoso poeta y jurista árabe, que la escribió en vida del Cid, en el año 1095.


Dos son las tesis que más se repiten sobre la autoría de esta obra; la primera de ellas y más extendida es la que afirma que se trataba de un juglar, como afirmaba Menéndez Pidal. La segunda, considera que su autor fue un jurista culto con conocimientos de fuentes latinas y de épica francesa. Oliver Pérez, que ha presentado recientemente su libro en la Universidad de Alicante, ha llegado a la conclusión de que el Cantar de Mío Cid es un poema de propaganda política, compuesto por Abu l-Walid al Waqqashi, en la corte de Rodrigo y que se empieza a recitar en árabe y en lengua romance en Valencia en el año 1095.


Así pues, la fecha de creación del Cantar tampoco coincide con las tesis más repetidas. Hasta la fecha se consideraba que el Cantar de Mío Cid se escribió en 1207. La doctora Oliver Pérez demuestra en su obra que no pudo escribirse en ese momento, sino que tuvo que escribirse en vida del Cid, ya que era una época que se caracterizó por la tolerancia. La clave para datar el Poema en 1095, y no en 1207 como se creía hasta ahora, la encuentra la autora en expresiones incluidas en los versos como son “amar a los moros”, que el Cid dice. Teniendo en cuenta que tras la muerte del Cid, en el año 1099, finalizó este período de tolerancia que había imperado.


El examen comparativo de la Primera Crónica General de Alfonso X el Sabio, que constituye la primera obra en romance que está fundada en fuentes latinas, árabes y el Cantar de Mío Cid, con el propio Cantar de Mío Cid, da la clave de cuándo tuvo que escribirse. Así, al estudiar comparativamente los versos del Cantar con la prosificación que de este se hace en la Primera Crónica General, se aprecia cómo se ha modificado el tratamiento del Cid, del rey Alfonso o cuestiones religiosas. El motivo es que la imagen del Cid no puede ser admitida en la sociedad occidental. Como ejemplo está el hecho de que el Cid se vanagloria de engañar a los judíos en el Cantar original. Pide prestado dinero sin intención de devolverlo, porque el Corán prohíbe prestar dinero con usura.


En la época que Oliver Pérez data la obra, existían los reinos de taifas. En aquellos momentos, todos los taifas se hacían componer este tipo de obras como propaganda política. La investigadora de la Universidad de Valladolid concluye que el Cid hizo lo mismo con el objetivo de que el pueblo lo quisiera.


Abu l-Walid al Waqqashi, autor del Cantar del Mío Cid, era definido como el hombre más inteligente y sabio de su tiempo. Tanto las crónicas árabes como las cristianas y la Primera Crónica General lo definen como musulmán tolerante y con gran don de gentes. Precisamente, fue su tolerancia la que le llevó de Huecas (Toledo), de donde era natural, a Valencia, ciudad a la que se desplazó huyendo de la corte de Al-mamum. Cuando el Cid sitió Valencia, él fue el moro sabio que subió a la torre y anunció al pueblo el negro futuro que les esperaba. El autor del Cantar fue el encargado de establecer las cláusulas de la rendición de Valencia, momento en el que hizo un pacto con el Cid, por el cual el poeta le ayudaba a impartir justicia, le creaba una corte literaria y le componía el Cantar para que fuera querido por sus súbditos. A cambio, el Cid se comprometía a respetar las leyes musulmanas, las mezquitas y las creencias de este pueblo.


La investigadora ha descubierto que en la primera parte del Cantar, el Cid se comporta como un jefe de tribu, donde el Cid ama a los moros y los moros aman al Cid. En la segunda parte se comporta como un rey de taifas, como expresan escenas que describen cómo trata a su mujer y a sus hijas o el detalle de concertar la boda de su hija sin contar con su mujer.


El Cantar de Mío Cid: génesis y autoría árabe está editada por la Fundación Ibn Tubayl de Estudios Árabes y publicada en 2008. Esta obra ha sido expuesta por la profesora e investigadora de la Universidad de Valladolid, licenciada en Filosofía y Letras y doctora en Filología Hispánica, Dolores Oliver Pérez. El acto se encuentra incluido en la programación de la VII Setmana Cultural de Primavera de la Facultad de Filosofía y Letras de la UA.


Fuente: Webislam

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